Biografía del artista

Luis Felipe Noé. Buenos Aires, 1933. Estudió en el taller de Horacio Butler y luego continuó su formación como autodidacta. Entre 1956 y 1961, ejerció el periodismo en el diario El Mundo donde escribió críticas de arte. Residió en París y en Nueva York.
Formó parte del grupo conocido como Nueva Figuración e integrado además por Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de la Vega. El grupo fue invitado a participar en el Premio Internacional Guggenheim en 1964 y se les rindió homenaje en la sección histórica de la Bienal de San Pablo en 1985, en el Centro Cultural Recoleta en Buenos Aires en 1991 y en el Museo Nacional de Bellas Artes en 2010 con la muestra retrospectiva El estallido de la pintura.
Desde 1959 ha realizado más de cien exposiciones individuales. Además, de las muestras retrospectivas en el Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires, 1995), en el Palacio de Bellas Artes (México D.F., 1996) y en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro (Brasil, 2010). En 2009, representó a la Argentina en la 53a Exposición Internacional de Arte de Venecia y fue invitado de honor en la XX Bienal Internacional de Curitiba en 2013. En el año 2017, el Museo Nacional de Bellas Artes le dedicó Noé: Mirada prospectiva que exhibía la práctica de su teoría del caos. Ha publicado numerosos libros, entre los que se destacan Antiestética (Van Riel, 1965; De la Flor; 1988, 2015); Una sociedad colonial avanzada (De la Flor, 1971); Códice rompecabezas con recontrapoder sobre cajón desastre (De la Flor, 1974; Fundación Luis Felipe Noé, 2021); A Oriente por Occidente (Dos Gráfico,  Bogotá, 1992); El arte en cuestión (Adriana Hidalgo, 2000) junto a Horacio Zabala; Las aventuras de recontrapoder (De la Flor, 2003) con Nahuel Rando; Wittgenstein ese es el caso (Ediciones Malvario y Albatros, 2005); Noescritos, sobre eso que se llama arte (Adriana Hidalgo, 2007); En el nombre de Noé (Universidad Nacional de Quilmes, 2009) con Noé Jitrik; Mi viaje – Cuaderno de bitácora (El Ateneo, 2015); El caos que constituimos (Museo Nacional de Bellas Artes, 2017); En terapia (Galería Rubbers, 2018) y El arte entre la tecnología y la rebelión (Argonauta, 2020).
Ha recibido, entre otros premios, el Premio Nacional Di Tella (1963), becas del gobierno de Francia (1961) y de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation (1965 y 1966). Por su trayectoria le han otorgado el Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes (1997) y el Konex Brillante a las Artes Visuales (2002). La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo declaró Ciudadano Ilustre (2006). Premio Homenaje del Banco Central de la República Argentina (2009), Premio a la Trayectoria, Academia Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires (2015), Mención de honor Senador Domingo Faustino Sarmiento, Cámara de Senadores de la Nación (2017), Premio a la Trayectoria Artística Salón Nacional de Artes Visuales (2019).
En el año 2017, crea junto a su familia la Fundación Luis Felipe Noé. Actualmente, reside en Buenos Aires, se dedica a la pintura y a la escritura, y acaba de terminar su último libro titulado “Asumir el caos: Arte y vida”.

Fuente: https://www.luisfelipenoe.com/

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Entrevista

 

Por Carol Real

“Todo es posible a condición de que sea lo suficientemente absurdo”, pastel graso-seco, tinta acrílica y acrílico sobre tela, 198x314cm

¿Cómo ha evolucionado el concepto de las vanguardias artísticas desde su surgimiento hasta la actualidad y cuál es el estado actual de la creatividad y la innovación en el arte contemporáneo?

Las vanguardias son un fenómeno muy particular que surgió a comienzos del siglo pasado, tras la crisis de los años 30. Al finalizar la guerra, Estados Unidos buscó promover su imagen culturalmente frente a la Unión Soviética, y Nueva York se convirtió en su gran abanderada.

Sin embargo, después de ese momento, la promoción de artistas se volvió una búsqueda individual, cada uno siguiendo su propio camino. Luego se promovió el pop art como una representación propia de la sociedad de la época. Posteriormente, llegó el minimalismo, que marcó el fin de las vanguardias y cerró un proceso.

A partir de entonces, las vanguardias se volvieron individuales y en todo el mundo se produjo lo que yo llamo “cóctel art”. El cóctel art consiste en que todo el mundo trabaja con todas las experiencias de la historia, incluso las anteriores a las vanguardias y de varios siglos atrás, así como con las experiencias de las propias vanguardias, cada uno siguiendo su propio camino.

En la actualidad, algunos artistas tienen un espíritu verdaderamente vanguardista, proponiendo cosas nuevas, mientras que otros adoptan una actitud más reaccionaria o carecen de creatividad. Creo que esto es un poco lo que está sucediendo en la actualidad.

Usted, además de ser docente, pintor y escritor, ha sido crítico de arte durante muchos años. ¿Qué debe tener un artista para alcanzar la excelencia? ¿Y qué características debe tener un artista de vanguardia?

El concepto es simple pero amplio. Un artista debe tener una propuesta creativa que surja desde su propio espíritu. ¿Qué quiero decir con esto? Debe ir más allá de sí mismo, comprender y absorber el mundo que lo rodea, dejarse conmover por él y utilizarlo para estructurar una propuesta frente al constante cambio que nos envuelve. Cuando menciono caos, no me refiero a desorden, sino a la permanente transformación que ocurre en el tiempo.

Menciona que el caos es una especie de eternidad y que el tiempo es parte de ese escenario caótico. ¿Cómo ves la relación entre el caos y el tiempo?

En mi opinión, el caos y el tiempo están intrínsecamente relacionados. Considero que el caos es una forma de eternidad, una fuerza que siempre está presente y en constante transformación. El tiempo, por su parte, es una dimensión en la que experimentamos y percibimos ese caos en nuestras vidas. Es a través del flujo del tiempo que somos testigos de los cambios y las dinámicas caóticas que nos rodean. Podría decirse que el tiempo es una manifestación del caos en nuestra realidad.

Acabo de terminar un libro llamado “Asumir el Caos”. Estoy a punto de publicarlo, y tiene alrededor de 700 páginas.

“Esto no tiene nombre III”, acrilico sobre tela, 200x200cm

¿Cómo cree que el caos se relaciona con la libertad y el determinismo? ¿Podemos considerarnos realmente libres en un mundo caótico?

Creo que la libertad se encuentra en la capacidad de asumir nuestra individualidad en medio del caos. Ser libre implica poder encontrar una estructura y un sentido dentro de la confusión general. No creo que debamos asociar el caos con el desorden, ya que el orden y el desorden son elementos estáticos y limitantes. En cambio, el caos es dinámico y fluido, similar al tiempo. Incluso en momentos de aparente tranquilidad y orden social, se están gestando cambios y transformaciones en el caos subyacente. Aunque a veces no los percibamos de manera evidente, tarde o temprano nos damos cuenta de que todo ha cambiado. A lo largo de mis 90 años de vida, he sido testigo de cambios radicales en las costumbres y en la sociedad humana, cambios que son mucho más significativos que las pequeñas revoluciones culturales del pasado. Un ejemplo claro de esto es el movimiento feminista y la redefinición de los roles de género y la libertad de elección en la identidad sexual, cosas que eran impensables en mi juventud.

Incluso el lenguaje ha evolucionado para comprender que la palabra “hombre” ya no se refiere exclusivamente al género masculino, sino que engloba a toda la humanidad. Las palabras tienen poder y reflejan los cambios en nuestra comprensión del mundo. Por lo tanto, en un mundo caótico, es importante adaptar y cambiar nuestra forma de comunicarnos para reflejar la evolución de las ideas y conceptos.

“Vida”, acrilico-tinta liquid paper sobre papel, 120 x 150 cm

Estos cambios están estrechamente vinculados a los avances tecnológicos, especialmente en los últimos años. Hace 50 años, usted escribió un libro que le llevó tres años completar y otros 50 para que se publicara. ¿Cómo fue la respuesta del público ante la obra titulada “El arte entre la tecnología y la rebelión”?

Cuando finalmente publiqué el libro, cincuenta años después de su creación, tuvo una respuesta interesante por parte del público. Aunque abordaba temas muy actuales, decidí no publicarlo en su momento debido a la situación política de los años sesenta en Estados Unidos, donde originalmente lo concebí. En aquel entonces, existían caminos muy diferentes en la apreciación de la función que la tecnología estaba desempeñando en la sociedad, tanto en los libros de McLuhan como en los de Marcuse.

Cuando vine a Argentina, noté que predominaba el concepto de la generación estética en el arte, lo cual era muy contestatario y estaba vinculado a la acción política. Sin embargo, debido a la dura situación política en ese momento, consideré que era más prudente no publicar el libro. Con el paso del tiempo, sentí que la situación había cambiado un poco y recibí el aliento de algunas personas para publicarlo.

Es evidente que el libro fue concebido para aquel momento específico y no para la actualidad, debido a los grandes cambios que se han producido desde entonces. Sin embargo, considero que aún contiene reflexiones valiosas sobre la intersección del arte, la tecnología y la rebelión, y espero que encuentre su lugar en el diálogo contemporáneo.

Introduccion a la esperanza, oleo-esmalte sobre nueve bastidores entelados. 201x214cm

Ha alcanzado los 90 años de edad y puedo imaginar que su enfoque laboral ha evolucionado desde sus inicios. Estudió con Horacio Butler durante un breve período de año y medio, pero luego optó por el autodidactismo, explorando diversas técnicas y estilos artísticos. A lo largo de su carrera, ha experimentado tanto con acrílicos como con óleos, aunque, según tengo entendido, abandonó temporalmente el uso de este último medio.

Cuando comencé mi carrera, el acrílico no existía. En su lugar, utilizaba pintura de esmalte, la misma que se usaba para pintar paredes o muebles. También experimenté con diferentes tintas chinas. En la actualidad, suelo trabajar principalmente con tinta china y acrílicos. Aunque debo admitir que a veces siento nostalgia por trabajar con óleos. Cada medio tiene su propia forma de abordar el color y la materia, y personalmente no me gusta repetirme en mi trabajo.

Mi coherencia artística radica en superar la dicotomía entre figuración y abstracción, lo cual considero ridículo. Busco alcanzar este objetivo de diferentes maneras, a veces siendo más figurativo y otras veces más abstracto. En este momento, mi inclinación es más hacia lo abstracto. Sin embargo, en el lenguaje mismo, cuando nos comunicamos, utilizamos más palabras con contenido abstracto que figurativo. Por ejemplo, cuando decimos “esta mesa es hermosa”, ya estamos hablando en términos abstractos. La percepción de la belleza es subjetiva. Y, en última instancia, ¿qué significa realmente “hermosa”?

Las personas discuten y son capaces de defender ideologías muy distintas, incluso llegar a la guerra. Y generalmente, esto ocurre por cuestiones abstractas, por conceptos abstractos. No es lo figurativo lo que nos domina, sino lo abstracto. La filosofía no existiría si no fuera así.

Creo que esta es la gran diferencia entre el pensamiento científico, que es concreto y figurativo, y el pensamiento filosófico, que es fundamentalmente abstracto.

Al discutir sus autorretratos, mencionas que se fusionan con el paisaje y con la abstracción total. ¿Qué significa eso para usted y cómo se refleja en su arte?

En cierto sentido, cada obra de un artista es un autorretrato. Hay dos formas de experimentar la pintura: muchos afirman que la pintura ya ha llegado a su fin y demás, y yo creo firmemente en eso, porque es una forma fundamental de proyectar el espíritu individual, ¿verdad? Hay cosas que nunca pueden morir.

La pintura no puede morir. Es común escuchar que la pintura ha muerto y que el arte debe concebirse de otras formas distintas a la pintura. ¿Pero por qué no dicen que la música ha muerto? ¿Por qué no dicen que la literatura ha muerto? Parece que solo se enfocan en atacar a la pintura. La verdad es que no tienen fundamentos válidos. Es solo una actitud esnob, entre otras cosas. Para mí, la pintura es mi lenguaje, es mi forma de ser, y la concibo de la misma manera que la música se concibe a sí misma. Los elementos para componer algo musical tienen su equivalente en la pintura. Algunos piensan que después de la fotografía, la pintura ha perdido su sentido.

Pero la pintura trasciende eso. Es similar a la música, una combinación inherentemente abstracta. El espíritu de la pintura es abstracto, incluso cuando aparentemente es muy figurativa. Cuando se habla del claroscuro, por ejemplo, en la pintura clásica o en grandes maestros como Rembrandt, ¿qué es sino abstracción?

“Prólogo y epílogo”, acrilico tela, 162 x 195 cm

Además, me encanta el uso que ha hecho de los espejos en muchas de sus obras. ¿Sigue trabajando con ellos?

La idea de los espejos surgió en Estados Unidos cuando descubrí un negocio que vendía espejos de plástico que se podían doblar. Creé una ambientación general utilizando esos espejos, donde todo se reflejaba y generaba cambios visuales distorsionados. Fue una búsqueda prolongada y quedó inconclusa, aunque realicé algo en Venezuela durante mayo del 68.

Me enteré de lo que estaba sucediendo en París mientras estaba en Caracas, realizando una exposición en el Museo de Bellas Artes. El material que me habían proporcionado no era lo suficientemente reflectante ni de buena calidad. Fue una experiencia y, ocasionalmente, he seguido trabajando con ellos, pero el proyecto en sí quedó inconcluso. Hay muchas exploraciones mías que aún están en suspenso. Siento que mi vida es un punto suspensivo y voy completando esos puntos a medida que vivo. Sin embargo, una vez que una situación ha pasado, el pasado también se queda en puntos suspensivos.

Sobre la tecnología y su impacto en la presentación y ejecución de obras de arte. En la actualidad, es posible crear una pintura simplemente presionando un botón, y muchas personas consideran esto una obra de arte, mientras que otros argumentan que no es el resultado de un proceso artístico genuino. ¿Está una máquina realmente creando la obra? ¿Cómo podemos definir verdaderamente una obra de arte en sí misma?

Esto tiene que ver con una valoración de lo que la tecnología, en cierto momento, pareció plantear: más cambios. Ahora se habla de la posibilidad de crear un ser humano de la misma manera en que se crean animales, aunque éticamente no se anime a hacerlo. Creo que actualmente existe el miedo de que la tecnología pueda superar la verdadera mente creativa humana. Sin embargo, yo creo que siempre habrá un ser humano detrás de todo eso, el ser humano que se desafía a sí mismo. En cierto sentido, es el ser humano quien realiza todo esto, creando a su propio enemigo, si se quiere. Pero, sobre todo, creo en el espíritu humano.

“Todo marcha sobre ruedas”, tinta acrílico tela, 153x264cm

También Internet ha permitido la difusión en tiempo real de obras de arte, como pinturas, esculturas y otros medios. Ahora es posible exhibir o vender estas obras sin necesidad de un lugar físico, como un museo o una galería importante. Hoy en día, los museos ya no son considerados como las principales instituciones a las que la gente desearía ir.

En la actualidad, se mezcla mucho la valoración económica con todo esto. Sin embargo, cuando hablo de arte, me olvido de eso. Hay gente que está en torno al arte, pero no pensando en lo creativo, sino en el fenómeno social que el arte es. Y ahí, le dan un valor al mercado, a todo esto que, para mí, es mera anécdota. Lo único que existe como cuestión artística es la cuestión artística.

Quiero decir con eso, el espíritu humano proyectándose en la obra. Eso es. Todo lo demás es ruido. Es ruido en torno. De acuerdo.

¿Qué es lo que lo mantiene activo y tan lleno de proyectos, pintando y escribiendo en la actualidad? ¿Qué es lo que lo mantiene tan vivo, tan joven con sus 90 años?

No sé, no me aburro. Lo único de lo que puedo vanagloriarme es de que no sé qué es el aburrimiento. Puedo estar solo, solo, solo y me hago chistes. Hablo permanentemente conmigo. Siento que estoy poblado de un mundo que es la proyección de todo el mundo y que está dentro de mí. Creo que será porque soy geminiano. Y con todos los signos de Géminis, me siento, no dos, sino ya un colectivo lleno de gente. Este es un colectivo bien argentino, un bus lleno de gente,… el problema es quién lo conduce. A veces, soy una persona conduciendo mi propio bus, otras veces es otra persona la que conduce mi propio bus. ¿Una persona dentro de mí mismo? Creo que soy varias personas al mismo tiempo, pero no es una originalidad muy grande.

Leí que Rilke pensaba lo mismo. En un momento, lo más creativo que uno puede ser es la enunciación de algo nuevo, de sí mismo.

“Hacia donde”, oleo-acrílico-pastel-graso-pastel-seco-dorado a la hoja tinta sobre tela 200x300cm

Ha vivido en Nueva York y París, ha viajado y tiene acceso al mundo entero. Sus obras y su carrera son fenomenales. ¿Qué lo llevó a regresar a vivir en Argentina?

En realidad, siento una profunda conexión con Argentina. En los años sesenta, cuando vivía en Nueva York, me enamoré de todo lo que sucedía allí. Sin embargo, considero que la Nueva York actual es muy diferente a la de aquella época. No puedo hablar mucho sobre la ciudad en la actualidad, ya que hace muchos años que no la visito. Esta es solo mi impresión desde lejos. ¿Y en cuanto a Francia? Lo que más me atrae de Francia es que mis hijos viven allí y también hay personas a las que quiero mucho. Cada vez que voy a Francia, me interesa visitarlos.

Aunque en sí misma, Francia como entidad cultural es valiosa. Destacan los libros, ya que creo que los pensadores franceses son una parte viva de su cultura. Pero siempre pienso que es mejor leer a los intelectuales franceses que conocerlos personalmente. En fin, aquí en Argentina me siento en mi lugar, no sé cómo explicarlo, simplemente lo siento. Siento a Argentina con todos sus desórdenes, con todas sus peculiaridades, pero es el lugar que me invita a reflexionar sobre el caos, de cierta manera. Sin embargo, no creo que esto sea exclusivo de mi país. Creo que es algo que ocurre en todo el mundo, pero aquí está más claro. Aunque algunas personas pretendan que somos algo que no somos, en general, creo que como sociedad debemos aceptar que aún no estamos completamente formados. Y eso no deja de ser interesante.

Ahora bien, si tengo que definirme a nivel de conciencia, ante todo me considero latinoamericano, porque creo que toda Latinoamérica debe definirse a sí misma, y en ese sentido, existen muchas formas diferentes. Cada país contribuye con su propia identidad. Precisamente debido a esas distintas formas de ser, se define una vitalidad muy particular. Y eso es lo que me interesa. Creo que es crucial para el concepto de empoderamiento y para poder existir en el mundo. ¿Por qué? Porque la verdad es que tanto en Europa como en Estados Unidos hay un cierto desprecio hacia Latinoamérica, pero creo que si afirmamos nuestro propio poder, ese desprecio realmente puede ser revertido.

Luis Felipe Noe working on the submission for the 53rd Venice Biennale at the Central Park building. Ph Danielle Voillin
“Globalización”, mixta sobre tela, 134 x 128 cm

Ha forjado amistades con colegas a lo largo de los años, especialmente con pintores. ¿Podría compartir alguna anécdota sobre ellos o algo memorable de su carrera artística hasta el momento? Has hecho muchos amigos a lo largo de tu carrera, incluyendo a artistas como Ernesto Deira, Rómulo Macció, Jorge de la Vega y Greco.

También León Ferrari fue un gran amigo mío, al igual que Ricardo Carpani. He tenido amistades significativas en el ámbito artístico, algunos con los cuales he compartido etapas importantes, como Luis Camnitzer y Liliana Porter, quienes actualmente residen en los Estados Unidos.

A esta altura de mi vida, ya no necesito tanto apoyo de los demás para ser yo mismo. Sin embargo, quisiera destacar a un amigo muy trascendental para mí, Jorge de la Vega. También puedo mencionar la importancia de Alberto Greco, aunque nuestra amistad fue breve debido a su suicidio y las dificultades de mantener una relación armoniosa con él. Era una persona complicada.

Permíteme contar una anécdota significativa que marcó el primer día de mi experiencia artística. Fue el 5 de octubre de 1959, fecha en la que inauguré mi primera exposición. Horacio Butler, mi profesor que había recibido formación postcubista de Andrés Lotes y otros, estuvo presente. Su enfoque pedagógico era muy estructurado y creo que yo lo cuestionaba en cierta medida. En un momento me dijo: “Después de un año y medio, no tengo más nada que enseñarte, ¿no es así?”, lo cual era su forma de indicarme que era momento de seguir mi propio camino. Mantuvimos una relación distante y, ocasionalmente, lo visitaba. Sin embargo, me animé a continuar en solitario y a aprender de forma autodidacta. Aunque no seguí al pie de la letra la ortodoxia de su pensamiento, su influencia fue importante. Fue en ese momento cuando inauguré mi exposición y él estaba esperándome en la puerta. Me dijo: “Estaba esperando para decirte que, al hacer exactamente lo contrario de lo que te enseñé, has logrado un buen resultado”. Esto demuestra también la calidad humana que poseía, ya que no es fácil expresar algo así.

Ese día, ingresé a la exposición y conocí a personas que apenas conocía, aún no eran mis amigos, como La Vega, Greco y Macció.

Posteriormente, mi padre me informó que estaba liquidando la fábrica de sombreros que había pertenecido a mi abuelo y me ofreció el espacio para pintar. Aproveché esta oportunidad y pronto mis amigos también se unieron a mí allí. Fue allí donde comenzó mi trayectoria artística.

Durante su trayectoria artística, también ha enfrentado numerosos altibajos y obstáculos. ¿Cómo has logrado superarlos a lo largo de tu carrera?

En un momento de mi camino artístico, suspendí mi actividad artística durante nueve años cuando estaba escribiendo el libro “El Arte Entre la Tecnología y la Rebelión”. Durante ese tiempo, no pinté, pero atravesé una crisis personal y decidí comenzar terapia. Durante un año y medio, o incluso más tiempo, mientras hablaba en terapia, dibujaba. Fue entonces cuando redescubrí mi pasión por el dibujo y, después de esos nueve años, retomé la pintura. Sin embargo, creo que mi crisis inicial surgió debido a mi deseo de superar la noción de la pintura como algo bidimensional. Siempre me han interesado las instalaciones como una forma de abordar las contradicciones que nos rodean. Acepté exhibir una muestra en el Museo de Bellas Artes que reflejaba la raíz de mi crisis, planteando que vivimos en una época en la que el arte no puede ser simbolizado. Aunque en este momento ya no me interesa tanto la simbolización, porque existe una relación cierta. No me preocupo tanto al respecto.

Quiero decir que cuando uno es joven, hay momentos de búsqueda, de encontrar su lugar en el mundo. Pero yo ya no me busco frente al mundo, simplemente soy. Al decir “soy”, me encuentro en ese espacio. Quizás eso es lo que pueda decir a los 90 años. El mundo te encuentra a ti.

 

*Todas las imágenes están protegidas por derechos de autor, cortesía del artista.

Fundación Luis Felipe Noé

Editado por Lorena Alfonso

 

“La cosa metafisica”, esmalte-acrilico-tinta sobre tela-100x80cm